Mirad a vuestros
Pequeñitos
Por el presidente Gordon B. Hinckley
El presidente Brigham Young
dijo una vez:
“Todo niño ama las sonrisas de su madre,
pero odia sus entrecejos.
Recomiendo a las madres que no permitan
que sus hijos se entreguen a cosas malas,
pero que al mismo tiempo los traten con ternura”
(Enseñanzas de los Presidentes de la
Iglesia: Brigham Young,1997, pág. 357).
Y añadió:
“Críen a sus hijos en el amor y el temor del Señor;
evalúen su disposición y su temperamento y
procedan de acuerdo con éstos,
y nunca se inclinen a reprenderles en medio del enojo;
enséñenles a que les amen y no a que les teman”
(Enseñanzas, pág. 182).
Claro que dentro de la familia
existe la necesidad de disciplinar a los niños.
Pero la disciplina severa,
la disciplina cruel,
lleva inevitablemente, no a la corrección,
sino al resentimiento y a la amargura;
no cura nada, sino que sólo agrava el problema
y destruye en vez de edificar.
El Señor,
al dar a conocer el espíritu con que se debe
gobernar Su Iglesia,
también ha dado a conocer el espíritu
con que se debe gobernar el hogar,
con estas maravillosas palabras de revelación:
“Ningún poder o influencia se puede ni se debe
mantener...
sino por persuasión, por longanimidad,
benignidad, mansedumbre y por amor sincero;
“...reprendiendo en el momento oportuno con severidad,
cuando lo induzca el Espíritu Santo;
y entonces demostrando mayor amor hacia el que has reprendido,
no sea que te considere su enemigo;
“para que sepa que tu fidelidad es más fuerte que los
lazos de la muerte”
(D. y C. 121: 41, 43–44).
No hay comentarios:
Publicar un comentario