¡Si deseamos la plenitud, no podemos reservarnos una parte!
El dejar que nuestra voluntad sea cada vez más absorbida en la voluntad del Padre
significa en realidad, que nuestra individualidad sea ensalzada y expandida y más capaz
de recibir “todo lo que [Dios] tiene” (D. y C. 84:38).
Además, ¿cómo nos puede confiar “todo” lo que es Suyo, a menos que nuestra voluntad sea como la Suya?
Tampoco podrían los que se comprometan a medias apreciar completamente “todo” lo que Él tiene.
Francamente, si nos reservamos una parte, sea cual sea, lo que traicionamos es nuestro
propio potencial.
Por lo tanto, no tenemos por qué preguntar: “¿Soy yo, Señor?” (Mateo26:22).
Preguntemos en cambio sobre nuestras propias piedras de tropiezo: “Señor, ¿es
esto lo que debo cambiar?”.
Quizás hayamos sabido la respuesta desde hace mucho tiempo y necesitemos más resolución personal
que una contestación del Señor´
En el generoso plan de Dios, la mayor felicidad está reservada al final para los que estén dispuestos
a extenderse y a pagar el precio de la jornada hacia Su reino majestuoso
Elder Neal A. Maxwel (1926–2004)
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